Relatos del Segundo lanzamiento de Dados. HISTORIAS AL AZAR

Relatos del Segundo lanzamiento de Dados. HISTORIAS AL AZAR

Aprovechando el famoso juego “Story Cubes”

 “Historias al azar»

Nueve (9) dados con dibujos que se tiran para, con las imágenes resultantes, crear una ingeniosa historia divertida, absurda, romántica, surrealista, entrañable, sentimental, épica, aventurera…

NOS HAN LLEGADO: En texto escrito; narrados en mensaje de audio; en vídeo… ¡Gracias por sumaros al PODER DE LA LECTURA!

Resultado del segundo lanzamiento de dados

SELECCIÓN DE RELATOS PRESENTADOS

Con los nervios después de la llamada, se me cayó el MÓVIL de las manos. Vi la hora que marcaba el RELOJ y mi pensamiento fue que no llegaría a tiempo, pero tenía que intentarlo. Cogí la LINTERNA y salí corriendo por la puerta. A pesar de mi miedo, dejé como siempre la LLAVE dentro de la maceta con forma de TORTUGA. Me dirigí veloz hacia el bosque y enseguida llegué hasta el gran ÁRBOL, el FUEGO aún se divisaba a lo lejos. Tarde, era tarde, sus cuerpos yacían uno al lado del otro, ella con el LIBRO entre sus manos y ambos con las MÁSCARAS tapando sus caras. Se volvía a repetir, la de la alegría la llevaba ella y la de la tragedia él.

Marta

El misterio del Reloj

Un día de verano en Santa Olalla, estaba debajo de un árbol leyendo un libro y vino una tortuga y me dijo:

– Toma este libro, cuando llegues al lugar que indiquen las pistas se desbloqueará la siguiente pista.

Y de repente la tortuga desapareció. Mire el libro y había aparecido la primera pista. Decía “dónde se hacen las obras de teatro” y dije:

– Eso es el teatro del pueblo -y fui camino al teatro.

En el camino me encontré una fogata prendida y había un montón de fuego. Decidí apagarla por si acaso ocurría un incendio. Y cuando apagué la fogata me di cuenta que dentro había una llave. Cogí la llave y continúe mi camino al teatro. Cuando llegué al teatro me di cuenta que la puerta estaba cerrada y que ya se había hecho de noche. Entonces decidí coger mi linterna. Y mire el libro, había aparecido la segunda pista. Decía: “teléfono sorpresa”. Y dije:

– La tienda de teléfonos -y fui en camino a la tienda de teléfonos.

Cuando llegué allí, vi que la puerta estaba cerrada y en la puerta traía un papel que decía “llave fogata”. Y dije:

– La llave que me encontré en la fogata, voy a probar si funciona.

Probé la llave y funcionaba. Cuando entré, el libro empezó a vibrar como si me hubiese llegado una especie de mensaje. Abrí el libro y era la tercera pista. Abajo del todo en pequeño traía “final”. Y decía: “tic tac tic tac”. Y dije:

– Debe ser la torre dónde está el reloj.

Y cuando llegué a la torre del reloj, me desperté. Todo había sido un sueño.

Rebeca

El viaje fantástico de Llara

Llara

Érase una vez un señor muy triste que le gustaba mucho quemar árboles. Su hermano, que era más contento, todas las noches salía con su tortuga, su linterna y su libro a leer un rato y luego miraba el reloj y llamaba por teléfono a su mamá para que le diera las llaves de casa para irse a casa a descansar.

Xira

Había una vez una chica que se llamaba Marta con una tortuga que tenía de mascota. Iban camino del teatro, porque había quedado con una amiga. Cuando llegaron, estaban allí los bomberos y policías porque había un incendio. Marta llamó por teléfono a sus amigos a ver si estaban bien pero no se lo cogían.

La chica decidió coger una linterna y entrar a ver si estaban dentro. Oía gritos detrás de una puerta pero necesitaba una llave para entrar. Fue rápido a pedir ayuda, cuando llegó y abrió la puerta dentro estaba su amiga.

Cuando salieron fueron a un árbol que era especial para ellas porque fue donde se conocieron. Miraron la hora y como vieron que ya era muy tarde, volvieron a casa, pero antes Marta le dio un libro a su amiga por lo mal que lo había pasado.

Joaquín

¡Mira que hores!

Mira qu’hores, nun sé si poneme a lleer un llibru sentada a la vera la ventana o llamar al fontaneru pa que m’igüe esi desagüe que s’atranca a cada pocu. Bueno meyor voi llamar a la mio prima Marisina que ye escritora de cuentos y dase-y bien la fontanería.

Marisina lo mismu te fai una chaqueta puntu como organiza convites o t’igua cualesquier cosa que tengas rota, eso sí, failo despacín al pasu la tortuga, y demientres ta manes a la obra va inventando cuentos ya hestories. Párase, pídete un cafetín o un fervinchu y ponse a cuntar coses, ella diz que-y pasaron a una amiga o a daquién que conoz, pero a mi parezme que non, qu’algunes pasen-y a ella y otres invéntales.

Un día que tábamos en casa toles muyeres de la familia fízomos teatro. Mio ma alumbrábala cola llinterna como si fuere’l cañón de lluz ¡vaya risa que pasamos! Mio güela acordábase de cuando ella yera nena que cuntaben cuentos a la lluz del fueu na cocina casa y comíen mazanes asaes.

Bueno mira q’hores me dan pensando si llamo al fontaneru o a la mio prima Marisina, ya nun llamo a naide, voy trancar la puerte con llave y poneme a la ventana a ver si soi quien pa ver algún nieru nel arbolón del parque que ta perguapu. Pero esa ye otra hestoria…

Llastrina.

Lydia Granda

Un día más no tenía nada que hacer, así que giré la LLAVE de la puerta de la vitrina y por fin cogí aquel LIBRO que aún me quedaba por leer. El diseño de la portada nunca me había gustado, era la fotografía de las dos MÁSCARAS del teatro y yo creo que esa fue una de las razones de ir relegando siempre su lectura. Comencé con buena disposición, pero cuando iba por la segunda página me di cuenta que mi ritmo de lectura era como el del caminar de una TORTUGA. Al llegar a la cuarta página, había mirado dos veces la hora que marcaba el RELOJ de mi MÓVIL. En la sexta página me descubrí mirando por la ventana el único ÁRBOL que se veía a lo lejos. En la octava página me levanté a apagar el FUEGO de la olla de las lentejas. Cuando iba por la décima página mis párpados se caían, creo que ni aplicándome directamente la luz de una LINTERNA mis ojos se hubieran abierto. Estaba claro, nunca leería este libro.

Marta

Volví a mi casa…

Mateo

 

 

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